Insurrección #MeTooMéxico2019

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Insurrección #MeTooMéxico2019

Hace semanas repunto y escaló #MeTooEscritoresMexicanos. Esto dio lugar a: acusaciones públicas, denuncias anónimas, ajuste de relaciones, testimonios de vida, relatos de agresiones, retuits-shares-comments-deletes. Hubo rabia. Hubo desahogo, valentía, movilización y coraje. No voy a repasar los hechos, ahí están los hilos. Yo misma compartí mi historia. Ardimos.

 

Como ocurre y ha ocurrido en los hiatos y los hitos de la Historia, fue un momento de insurrección, donde lo privado y lo público se disuelve por momentos. Se ha cuestionado la insurrección (las denuncias anónimas, principal blanco). Que más estrategias, mesura y conciliación eran necesarias; que otras bases para la estafeta del feminismo mexa se hubieran consolidado mejor…, que la difamación...Válido objetar. Pero lo que teníamos era lo que tenemos: PRESENTE.

 

Los cuestionamientos siguen. Los mensajes atascándose. Sigo convulsionada por las historias de colegas, #AMíTAMBiÉN También tiemblo por la agudeza de las colegas para interpelar y abrazo un “me siento ambivalente ante el #metoo” como abrazo el vulnerado, violentado –y a veces, todavía, vulnerable- discurso de otras.

 

DESOBEDIENCIA CIVIL, hemos citado a voz en cuello o en artículos en plan erudito, hemos reclamado, o rezado o deseado más desobedientes cuando los agravios sistemáticos y el abuso de poder en este país se repite en la peor de las pesadillas.

 

Ante los secuestros, la extorsión, las desapariciones forzadas, la inseguridad de los periodistas, otro tipo de delincuencia..., el mismo Estado facilitó líneas telefónicas para hacer denuncias de forma anónima (se consintió el anonimato debido al riesgo que se corre ante la impunidad), ningún medio, organismo, ni la sociedad ha cuestionado dicho mecanismo. Se implementaron, “constitucionalmente”, Juicios Orales y todos sabemos o hemos escuchado la parcialidad de su supuesta efectividad. ¿Por qué la insurrección de las mujeres, a través del Me Too, echando mano de las denuncias anónimas por medio de redes es objeto, cuando no de señalamientos, de incomprensión, por parte incluso de personajes de la talla de una abuela del feminismo mexicano como Marta Lamas?

 

En 2017 tuve reticencia a usar el hashtag como tal. Me indignaba que “importáramos”, en un lenguaje ajeno, hollywoodense y glamuroso una afrenta que hace tiempo nos pisaba los talones o peor. Frente a décadas de mujeres desmembradas en Ciudad Juárez, y las que vertiginosamente se han encontrado (y siguen encontrado) en Ecatepec, más las cientos de mujeres jóvenes estudiantes trabajadoras desaparecidas por todo el país, ¿necesitábamos visibilidad a través de Hollywood… aquí, donde a nivel de calle la muerte te dice buenos días? Insisto, era el 2017, y mientras una estrella seguía a otra, en los tags ninguna era vestuarista, ni camarógrafa, ni maquillista, ese starsystem sólo por ser starsystem ya de suyo tendría de su lado un acceso a contención que muchas no, ni allá, ni mucho menos en este aquí. Vinieron las reacciones de Francia sobre el Me Too y yo pensaba y pienso que México, la sociedad mexicana y las mujeres de México, tenemos un problema endémico, endogámico..., que los conceptos tienen que salir de aquí, ¡por muy buena y estupefacta que sea la Teoría King Kong! Las redes, los cambios, la teoría, las políticas y las movilizaciones presenciales, tienen que salir de aquí.

 

En México, la violencia-violación correctiva, aplicada, metafórica o no, corre en sus atavismos e inercias, va con su idiosincrasia de jugar canicas con gasolina. Dejar de lado eso y no responder a las provocaciones es calve para lo que siga. La violencia correctiva, que inspira igual a porros o a guerras sucias, hace sus molotov con moral y con política o, mejor dicho, pseudo política y mucha moralina. Cualquier cultura del linchamiento no es cultura.

 

¿Qué está pasando?

El presente

¿Es difícil ser juez y parte?

Es imposible.

¿Quién es juez y parte? ¿Cuándo, en qué circunstancias una mujer puede ser juez y parte… qué hombre? ¿qué macho puede ser juez y parte…? ¿un fanatismo… juez y parte…?

 

No tengo respuestas. No las tenemos. Irrumpieron fuerzas, muchas, en una inercia muy descompuesta y muy muy violenta. No soy historiadora ni teórica feminista. ¿Se está gestionando un “feminismo legal”? “demasiado tropical”? adolescente? Capitalista? Retrógrado? Yo soy una mujer, mexicana, tengo 43 años, he sido violentada, mis derechos cívicos, como sujeto, como eros, como creadora, en lo público y lo privado ¿Qué sigue?

 

Cuando más de una vez leí “El búnker” en los testimonios de los últimos días, sabiendo que es el Ministerio Público de la Ciudad de México, paso obligado para la Fiscalía de Delitos Sexuales, un lugar donde he estado, que de recordar las muelas se me aflojan, pienso que hubo un Lecumberri y un Apando y un escritor y más de uno que narró lo inenarrable de esa época… Sé que habrá literatura de lo sucedido estas semanas y esa literatura no se llamará #MeToo ni @Amítambién, es más allá de eso… habrá cine, foto, movimiento y performance, habrá fantasmas aliados, otros terroríficos.

 

¿Importa una denuncia pública? En México, hasta ahora, importa nada. Los mismo que importan las denuncias legales y ante organismos internacionales, sean sobre violencia de género, ladrones de cuello blanco, trata de migrantes… ¡Lo indecible! ¡A diario!

 

Decidí hacer mi denuncia pública y exponer mi historia porque he pensado, leído, hablado, escrito y publicado desde la herida Suficiente desde ahí. Transitarlo y vivir, fue/es posible gracias a mujeres y hombres a mi lado (por un lapso de vida o desde siempre), personas con quienes comulgo o disiento, apasionadamente.

 

 

(Imagen de Simone de Beauvoir tomada de la Poeta del GIF)

 

 

 

 

 

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